
Me cae bien, no sólo porque me gusta lo que escribe. Alberto Chimal me cae bien por loco. Es el excéntrico del salón, el despeinado que lleva en la mochila canicas de colores y ningún compás, el que se divierte como enano, rompe las reglas y al final se sabe sólo las respuestas que le interesan, pero en cuanto se las sabe ya no le interesan, así que busca otras. Sus libros son como él, de ojos grandes, siempre nuevos, distintos a todo. Por citar dos de sus publicaciones ahí está Gente del mundo (Ediciones Era), catálogo de civilizaciones imaginarias y especie de respuesta a las Ciudades invisibles de Italo Calvino, en la línea de Borges. Y también está El viajero del tiempo (Hormiga Iracunda), colección de ficciones cortas que juegan con el reloj, como ésta: “El Viajero del Tiempo sirve el café, retrocede a toda velocidad y pone la taza a tiempo para recibir el líquido. —¡Ocioso! —lo regaña su mamá”. Seguro Alberto era el que nunca entregaba la tarea, pero llenaba cuadernos con textos de imaginación impecable.
También imparte cursos de narrativa y está muy activo en la Red: @albertochimal tiene +90 mil seguidores en TW, organiza en línea concursos de cuento brevísimo y alimenta la página web http://www.lashistorias.com.mx, por donde paso con frecuencia porque siempre tiene cosas ricas. Ahí encuentro que la pestaña Descargas ofrece gratis libros suyos y los audios de tres textos leídos por él, entre ellos “Álbum”, cuento caprichoso y corto (2:56), narrado a partir de instantáneas hilvanadas. Chimal, el raro del salón, me cae bien porque además se arriesga a que lo tachen de loco.
Da click aquí para oír el cuento.
(Originalmente publicado en mi blog Deli(b)rios, en el sitio web de la revista SoHo).