Neruda no renuncia a su vocación escritora, a más de 40 años de muerto sigue jugando con versos. Y qué bueno. Acaba de salir a la venta en México Tus pies toco en la sombra y otros poemas inéditos (Seix Barral), libro con 21 textos desconocidos del chileno. Entresacados de los miles de papeles de su archivo, y por alguna razón no incluidos por el autor en su recapitulación Memorial de Isla Negra (1964), fueron escritos en cuadernos, hojas sueltas, menús y hasta en el programa musical de un barco en el que viajaba. Descubiertos recientemente, son ahora dados a conocer en una edición que incluye algunas páginas facsimilares de su puño y letra, además de una introducción de Darío Oses, director de Archivos de la Fundación Pablo Neruda.
Ahí están los temas a los que siempre acudió: el amor, su vocación, el mundo, Chile. Me gusta el poema en el que el escritor reconocido recomienda modestia al Neruda joven que se inicia en las letras: «[…] alarga tu silencio/ hasta que en ti/ maduren/ las palabras […] no te metas/ a presumir de pluma,/ de argonauta,/ de cisne,/ de trapecista entre las frases altas […] tienes/ que ensuciarte las manos/ con aceite quemado,/ con humo/ de caldera». Y el texto en el que se queja de la «prostitución de cada día» que implica el teléfono: «[…] Pasé a ser telefín, telefonino,/ telefante sagrado,/ me prosternaba cuando la espantosa/ campanilla del déspota pedía/ mi atención, mis orejas y mi sangre,/ cuando una voz equivocadamente/ preguntaba por técnicos o putas/ o era un pariente que yo detestaba/ una tía olvidada, inaceptable».
Otro, de tono erótico, lo escribió sobre un menú, como deja ver la imagen facsimilar del libro y además anotó en la esquina de la hoja: «Día 29 diciembre 1952. 11 de la mañana. Volando a 3.500 metros de altura, entre Recife y Río de Janeiro». Es decir que los versos le asaltaron, apremiantes, en pleno vuelo, igual que pasa con el deseo. Y a más de 3,000 metros de alto convirtió la urgencia en este poema terrestre:
«Por el cielo me acerco
al rayo rojo de tu cabellera.
De tierra y trigo soy y al acercarme
tu fuego se prepara
dentro de mí y enciende
las piedras y la harina.
Por eso crece y sube
mi corazón haciéndose
pan para que tu boca lo devore
y mi sangre es el vino que te aguarda.
Tú y yo somos la tierra con sus frutos.
Pan, fuego, sangre y vino
es el terrestre amor que nos abrasa».
(Originalmente publicado en mi blog Deli(b)rios en el sitio web de la revista SoHo).
Lo que es la vida. Tengo el libro en la mesa y pensaba en hacer una reseña, pero lo postergaba. Me quedo con la lectura de la tuya, la difundo por las redes y me ahorro el trabajo. Saludos.
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Ups, lo siento. Es lo que literariamente podríamos llamar «rebasar por la derecha»… ¿Y si la firmamos ambos?
Saludos
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No. El artículo es tuyo. Me gusta más leer que escribir. Además, tampoco era un reproche, todo lo contrario, más bien una feliz casualidad.
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Ya sé, a veces los hados se coordinan y hacen cosas como ésta. =)
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El placer de hundirse en los versos de Neruda. Qué palcer!!
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Uno muy hondo!
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Imaginemos a ese Neruda aborrecedor del teléfono teletransportado a nuestros días… Habría estado bien leer lo que hubiera escrito al respecto.
Un abrazo.
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Je, tienes razón, Benjamín: lo que diría de vernos pegados al celular o a la tableta. Si el teléfono le parecía una prostitución, lo de hoy le sería un auténtico acabóse o, parafraseando a Mafalda, el «continuóse del empezóse» de las generaciones previas. En fin…
Abrazos
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