Ese punto que viene volando soy yo. Bueno, no exactamente vuelo: voy suspendida de un arnés, a no sé qué bendita velocidad, en una línea de 150 metros de largo y a unos 40 metros de altura según el guía del Hotel Rodavento, en Valle de Bravo, México. Este deporte extremo se llama tirolesa y no es la primera vezSigue leyendo «Ver el mundo desde una tirolesa»
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El poderoso batir de un aleteo
Son millones pero minúsculas. Las mariposas Monarca, lígerísimas hojas menores que mi mano, vuelan al rayo del sol o cuando el viento las agita. Me impresiona oír su aleteo multiplicado, sutil y vigoroso, magnífico. La emoción sube por los pies y se me agua en los ojos de verlas ahí, haciendo que las ramas cuelguen pesadas o estallandoSigue leyendo «El poderoso batir de un aleteo»
En qué idioma agradezco esto
La adolescenta y yo estamos en nuestro tradicional viaje anual cachete-con-cachete. Y cómo sabe de rico. La sanísima tradición que instauramos hace unos siete años tiene pocas reglas, pero inamovibles: 1. en este viaje, uno al año, no admitimos invitados. Ni amigas, ni familia, ni pareja pueden sumarse: es nuestro espacio de mamá e hija y somos celosasSigue leyendo «En qué idioma agradezco esto»
Cristo y Alá se dan la mano en Santa Sofía (Crónicas desde Turquía 10)
La Divina Sabiduría, Haghia Sofia (en griego), Sancta Sophia (en latín), Aya Sofya (en turco): estoy parada frente a la majestuosa catedral convertida en mezquita, que resume siglo y medio de historia. Mis décadas de querer conocerla terminan hoy. Fue sitio de fe desde el año 360, pero la catedral actual fue terminada por Justiniano enSigue leyendo «Cristo y Alá se dan la mano en Santa Sofía (Crónicas desde Turquía 10)»
Macondo y Comala se asoman en Estambul (Crónicas desde Turquía 9)
Entro a una librería en la zona de Beyoglu, centro de Estambul. Busco literatura turca en inglés, pero apenas hay unos títulos para turistas. No encuentro ninguna biografía de Atatürk, nada sobre la «Revolución del alfabeto» que impulsó ese visionario. También quisiera algo de poesía y alguna novela. Nada. El librero me oye decir algo en español y pregunta de dóndeSigue leyendo «Macondo y Comala se asoman en Estambul (Crónicas desde Turquía 9)»
Mi viaje en globo con un poco de Borges (Crónicas desde Turquía 7)
Capadocia, Turquía. 4:30 am. Un camioncito nos recoge en el hotel para llevarnos a un viaje en globo, experiencia que no debemos perdernos según todos los indicios. Tengo sueño y las alturas me dan miedo, pero estoy emocionada. Será mi primera experiencia y me tranquiliza la mano de quien más me quiere. Por fin llegamos al valleSigue leyendo «Mi viaje en globo con un poco de Borges (Crónicas desde Turquía 7)»
Capadocia, ventana a otro planeta (Crónicas desde Turquía 6)
Vuelo de una hora hacia el este de Estambul para aterrizar en el aeropuerto de Nevşehir. Luego, media hora en taxi para llegar a Göreme (pronúnciese «Guréme», con «u» breve como a la francesa), donde nos hospedaremos en un hotel entre las cuevas de roca típicas de esta región turca: Capadocia, en Anatolia central. Aquí hanSigue leyendo «Capadocia, ventana a otro planeta (Crónicas desde Turquía 6)»
Mujer tras una burka (Crónicas desde Turquía 3)
Me impresiona su imagen, tan sombra. La había visto en Londres, pero más bien como excepción. Aquí en Estambul parece la norma con su manto negrísimo que cubre cabello, cabeza y cuerpo, incluido el rostro. Apenas queda una línea libre para los ojos y a veces ni eso: los cubre una especie de malla. LosSigue leyendo «Mujer tras una burka (Crónicas desde Turquía 3)»
Seducción sensorial en lengua turca (Crónicas desde Turquía 1)
Aquí estoy, de regreso de los confines de la geografía turca, esa tierra cargada de historia, al mismo tiempo europea y asiática, portento de seducción sensorial. Cuesta explicar lo que me pasa por dentro, lo sensible que traigo la piel después de lo vivido junto a quien más me quiere. Vengo olorosa a especias, a cúrcuma y azafrán, conSigue leyendo «Seducción sensorial en lengua turca (Crónicas desde Turquía 1)»
El consuelo de quien escribe
De camino a Estambul, quien más me quiere y yo pasamos por Nueva York, ciudad a la que me unen muchos afectos. En el día escaso que tenemos entre conexión de vuelos logramos ir al necesario Museo Metropolitano, el MET. Vemos una exposición hermosa sobre caligrafía china y otra sobre el diseñador de moda CharlesSigue leyendo «El consuelo de quien escribe»
Despedida
Me voy de viaje. De hecho, ya estoy volando con destino a Turquía, esa tierra cargada de historia que «tiene una belleza tan insólita que parece irreal», según Théophile Gautier. Es un viaje largamente esperado, a un suelo codiciado desde el fondo del alma y al lado de quien más me quiere. Si puedo subirSigue leyendo «Despedida»
Paliativo contra la pobreza: el chile habanero
1 p.m. Viajo en taxi de Tehuantepec a Huatulco, para tomar el vuelo al D.F. Son casi tres horas de curvas y la carretera me da sueño, así que procuro abreviar el tiempo durmiendo. Lo logro a ratos, quizá una hora, pero los vaivenes del camino me desesperan. Como tampoco puedo leer, me pongo a platicarSigue leyendo «Paliativo contra la pobreza: el chile habanero»
Instantáneas de lotería
9 p.m. Hotel Donají. Tehuantepec, Oaxaca. En la laptop, escribo a marchas forzadas en mi cuarto de hotel, terminando un texto que debo mandar a primera hora al D.F., para que entre en la revista de mayo. Mientras, en la plaza junto al hotel, una feria de pueblo atrae a tehuanos grandes y chicos.Sigue leyendo «Instantáneas de lotería»
Maderas que cantan en Oaxaca
Este #MiércolesDePoesía me encuentra en Tehuantepec, pueblo oaxaqueño encantador donde hunde sus raíces mi historia, por parte de padre y madre. Lo único que puedo compartir hoy son estos versos de la canción (himno) que aprendí de niña, sobre las rodillas de mi papá, mientras las tehuanas bailaban alrededor con sus vestidos hermosos: «TrópicoSigue leyendo «Maderas que cantan en Oaxaca»
Las caricias, incompatibles con la prisa
Cartagena de Indias, Colombia. Saboreo el tiempo que pasa aquí, sin prisa ni desgaste, que se desliza como la luz sobre el agua. Ayer un cartagenero jugaba diciendo que ellos trabajan «los miércoles»: de jueves a domingo están de rumba, los lunes sufren los estragos de la fiesta y los martes se preparan para ganar elSigue leyendo «Las caricias, incompatibles con la prisa»
Las tres madres de un cartagenero
De raza negra y dientes impecables, John nos transporta en su taxi por Cartagena de Indias. Dice haber sido suertudo con pasajeros mexicanos y tener en casa una pared cubierta por más de 40 banderas de países de donde ha tenido clientes. «Claro, ahí está Mexico, no con una sino con varias banderas». No séSigue leyendo «Las tres madres de un cartagenero»
«Prestar libros es como el amor, hay que perderle el miedo»
Se llama Martín Murillo. Lo conozco a mitad de Cartagena de Indias, en plena Plaza Bolívar. Mientras a mi novio le bolean los zapatos, yo deambulo y me topo con su Carreta Literaria, isla de libros a medio parque. Fascinada, me acerco a conversar. De barba cana y playera con logotipos de sus sponsors (sic), desde hace siete años se dedicaSigue leyendo ««Prestar libros es como el amor, hay que perderle el miedo»»
Me regalaron una ciudad
Hoy vuelo a Bogotá y de ahí a Cartagena de Indias, «la más bella del mundo» según El amor en los tiempos del cólera de García Márquez, para unos días fuera del mundo. Desde mis tiempos de universidad tengo ganas de ir. Su historia colonial, la muralla que guarda ecos de esclavos y españoles, susSigue leyendo «Me regalaron una ciudad»
Chau, mundo
«Los lectores son viajeros, circulan sobre las tierras de otra gente, nómadas que cazan furtivamente en los campos que no han escrito». -Michel de Certeau Asimismito. Me voy a Tepoztlán, a perderme entre las páginas de varios libros, a seducir palabras, a dar la vuelta al mundo sin salir de casa, a llenarme la cabezaSigue leyendo «Chau, mundo»
Inventar(me) de nuevo
Amo viajar, encontrar nuevos cielos y el riesgo de sabores sin palabras, conversar en lejano, saciarme de novedad. Sobre todo, me gusta el reto de redescubrirme y ver mi sombra en otro huso horario. Suscribo este texto hermoso de Mutis sobre los asombros que depara el mundo: «Es menester lanzarnos al descubrimiento de nuevas ciudades.Sigue leyendo «Inventar(me) de nuevo»
Esta casa tiene alas
Jardín surrealista de Edward James. Xilitla, San Luis Potosí, centro de México. Escaleras que van a ningún lado, flores de piedra, verde desaforado donde voltee, serpientes petrificadas, un laberinto de pasillos, ojos y tréboles, el sonido de una cascada que alimenta pozas cristalinas. Éste fue el juego concreto del magnate escocés James (1907-1984), apasionado del arteSigue leyendo «Esta casa tiene alas»
Buenos augurios
Recibo 2014 en este lugar sublime, delirante de verde y agua: la cascada El Salto del Meco, en San Luis Potosí. Para la tarde ya estoy en este otro (abajo): el Sótano de las Huahuas, en el mismo estado, caverna subterránea donde miles de aves se refugian para pasar la noche, en un espectáculo indescriptible.Sigue leyendo «Buenos augurios»
Chispa potosina
San Luis Potosí, al centro de México, es un estado riquísimo. Además de la naturaleza que a cada paso estalla en el bufido de una cascada, en un paisaje demasiado verde, en un agua tan transparente que no lo creería si no la viera, los potosinos son fascinantes y ocurrentes. Aquí tres personajes que se me quedaron prendados enSigue leyendo «Chispa potosina»
Mi regalo envuelto en moño
Río Verde, San Luis Potosí. De viaje con mis dos amores, mi hija y quien más me quiere, disfruto hasta lo indecible compartir días con ellos y llenarme los ojos de México entretanto. Ella y él contentos, yo fascinada, estamos hospedados en estas cabañas-rancho-invernadero (en medio de la nada) que son una aventura. Mañana iremos aSigue leyendo «Mi regalo envuelto en moño»
Lolita fue un mono: Nabokov
«El primer estremecimiento de Lolita me sacudió a fines de 1939 o principios de 1940 en París, y en un momento en que estaba postrado con un severo ataque de neuralgia intercostal. Según recuerdo, el temblor inicial de inspiración fue causado por un relato periodístico acerca de un mono en el Jardin de Plantes que,Sigue leyendo «Lolita fue un mono: Nabokov»