
Acabo de terminar Efectos secundarios, nueva entrega de Rosa Beltrán. Me gustó. Es un experimento/homenaje interesante que entreteje autores y personajes: pasan a saludar Bovary, Rilke, Kafka, Orlando, Wilde, Samsa, Flaubert, Raskolnikov, Rulfo, Woolf, Pascal, El Quijote, Gorostiza, entre otros. Además superpone planos temporales y espaciales (México actual, la Praga de Kafka, hoy y hace un siglo), condicionantes (la violencia como institución, la autodefinición, el cambio de género), lógicas propias (de un presentador de libros, de los sicarios que comunican a través de cuerpo cercenados, de las editoriales que buscan vender libros a-como-dé-lugar, de la madre controladora), todo ello como marco de una historia kafkiana en la que a ratos me perdía pero no dejaba de disfrutar.
En general puedo llamarla una “novela para el disfrute de lectores”, es decir que quien se acerque a ella sin tener un sólido bagaje de lecturas probablemente le pierda el interés, pues la autorreferencialidad a obras/autores es una constante. Mi objeción a ella es que ofrece pocos puntos de asidero de la anécdota y, teniendo a un lector como protagonista, parece descuidar al lector de la misma en aras de llevar el juego estilístico hasta sus últimas consecuencias. Sin embargo, sentí lograda la visión de un amante/víctima de la lectura, con frases como:
“Leer enerva. Leer es sobrevivir a una explosión de energía cósmica”.
“Leer es mucho más que poner los ojos en las cosas”.
“Yo […] sólo soy un lector, lo más marginal que puede ubicar una sociedad dedicada a la producción y la rentabilidad”.
“Es innegable que mientras se escribe uno está escribiendo y en cambio no se puede tener la certeza de no estar escribiendo al dejar la pluma”.
Por otro lado, el ángulo de la crítica a la “fauna literaria” (lectores, autores, editores, presentadores de libros y asistentes a presentaciones) me pareció novedoso.
Recomendable, sobre todo para viciosos de los libros.
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